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36. Fusión de ayuntamientos y significativa reducción en el número de representantes locales. Reducir al mínimo el número de asesores contratados por las diferentes administraciones públicas potenciando de esta manera la carrera profesional de los empleados públicos.
Las Elecciones Municipales del 2019 se acercan a velocidad de crucero. En materia de organización territorial, simplificando – lo cual puede ser un error, o una anticipación de la verdad profunda – tenemos tres modelos: el de los partidos popular y socialista – que coincide con los nacionalistas separatistas – que consiste en esta materia no tocar nada para que todo siga a la deriva; el de Ciudadanos, que ha promovido insistentemente la desaparición de las Diputaciones Provinciales en favor de las Comunidades Autónomas curiosamente; y el de la España Viva.
Siempre he defendido en mis clases en la Universidad, que entre un Consejo de Estado – institución con quinientos años de historia – y cualquier órgano de asesoramiento moderno, me quedo con aquél; que entre las Diputaciones Provinciales – con más de doscientos años y que sirvieron para vertebrar la Nación y relanzar el progreso económico de España en los siglos XIX y XX – y las autonomías – con cuarenta años de vida que han servido para consumir el progreso económico y llevar a España al borde del precipicio institucional – me quedo con las Diputaciones.
En España tenemos, según datos del Ministerio actualizados a 1 de enero de 2018, 8.132 municipios, 50 provincias, 11 islas, 3692 entidades locales de ámbito inferior al municipio, 966 mancomunidades, 82 comarcas, Áreas Metropolitanas y luego otras 47 agrupaciones locales de diversa naturaleza. En las Comunidades Autónomas uniprovinciales las autonomías se devoraron a las Diputaciones. En fin, todo un desaguidado; un descalabro institucional y todo un ejemplo de ineficacia e ineficiencias administrativa.
En entradas anteriores ya hemos explicado que una cosa es la descentralización política (como las de las autonomías) que reconoce al ente descentralizado el ejercicio de poderes políticos, ejecutivos y legislativos; y otra, la descentralización administrativa. Rechazamos una por lo que tiene de riesgo potencial y real. Apoyamos la segunda, por lo que tiene, precisamente, de cercanía al administrado y de eficaz.
Ya la Ley de Bases de Régimen Local prevé las operaciones de fusión de municipios. Deberemos potenciarlo, facilitarlo y ejecutarlo; en todos aquellos casos que se consideren necesarios para optimizar recursos económicos y sociales, mejorando la eficacia y eficiencia de la Administración Territorial, a fin de facilitar los trámites administrativos y telemáticos, acceso a la banca y a servicios fundamentales como son la sanidad, la educación, la formación profesional y la seguridad pública.
Nuestra comparativa con otras Naciones descentralizadas – como por ejemplo Alemania – no soporta un análisis serio: Alemania, con 11.553 ayuntamientos y una población de casi ochenta y dos millones de habitantes elige a 45.212 representantes municipales mientras que en España, con 47 millones de habitantes, en los 8.132 municipios, se suman 76.578 concejales. En fin, no parece ni asumible ni admisible el gasto que supone el mantenimiento de estructuras, inmuebles, pago de retribuciones.
Ello en modo alguno perjudicará a los vecinos. Antes al contrario, menos municipios pero más fuertes y capaces, serán más eficaces, eficientes, y mejorarán la gestión de servicios básicos, sobre todo en el ámbito rural o de la Montaña.
Del mismo modo, la progresiva descomposición del Estado autonómico hasta su desaparición debe traer consigo un fortalecimiento de las diputaciones provinciales mediante la recuperación de competencias o el efectivo ejercicio- pues muchas de ellas son duplicadas con los gobiernos regionales.
En el ámbito local, la fusión de municipios debe ir acompañada de la reducción del personal de designación política en las entidades locales menores, que razonablemente podrán ser dirigidas unipersonalmente por «alcaldes pedáneos» pegados al terreno, y apoyadas por esas Entidades de ámbito inferior al municipio; muchas de ellas de raigambre histórica, y que son la piel adherida a la vida del español, en ámbitos tan relevantes como la agricultura, la ganadería, la caza, la pesca, y servicios esenciales.