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Ávila, Europa, San Juan de Ávila, San Juan de la Cruz, Santa Teresa, Trento, Valderrábanos
Ayer, visita a Ávila. ¿Cuánto tiempo hace que no has estado en Ávila? Quizás no te importaría dejarte unos cuantos cientos de euros en coger un avión y visitar Siena o Pisa. Pero aún no has estado en Ávila. Una pena, porque en Ávila hay un pedazo enorme de la historia de España, que es la historia de Europa, que es la historia del mundo. Ávila, tierra de santos. Tierra de místicos.
Tierra también de enormes teólogos que alumbraron intelectualmente el combate dialéctico que tuvo a Europa en vilo durante más de tres siglos. Capacidad racional o mera experimentación.
Como recuerda Don Luis Suárez; Santa Teresa, San Juan de la Cruz y San Juan de Ávila – cuyo nombre si no ando errado no se debe a su ciudad sino a su padre – son tres exponentes de la lucha de España por el libre albedrío, la defensa de la verdadera fe, anticipo de Trento. La reforma católica antes de la reforma protestante; fidelidad frente a traición. Unidad frente a ruptura y separación.
Lo peor de desconocer la Historia, amigo, no es eso que se repite de forma ramplona de que estamos condenados a repetirla, sino mucho peor, que jamás podremos emularla y mejorarla.
Que no nos hable nadie a nosotros de espiritualidad, de misticismo, de sobrenaturalidad, de dominio de uno mismo. Que nadie nos hable, y nadie nos gane. No precisamos nosotros acudir a ninguna fuente esotérica, ni a cultos ocultos – ¡oh, paradoja! – ni a sectas experimentales, ni al zen ni a nada que propiamente nos es ajeno. Sólo tenemos que acercarnos a Ávila, zambullirnos tras de sus murallas, insuflar el aire viejo de la vieja Castilla, que más vale el diablo por viejo que por diablo, y pasear por sus calles leyendo Vida interior o la Oscura noche del alma, degustar unas yemas, disfrutar un asado, hacer noche en el Hotel Palacio de Valderrábanos.
En fin, pasear que es una forma superior del amor. Pasear que no es andar. Ni viajar. A Ávila no nos vamos de viaje. Nos vamos de paseo, a llenarnos de Europa. Porque Ávila y Trento son la misma Europa que hoy, como ayer, combate contra sí misma.
En tiempos de crisis, amigo, no hacer mudanza en los valores. Al contrario, amigo, al contrario, volver a los clásicos.